martes, 21 de febrero de 2012

El enemigo más fuerte era la pobreza

Han pasado ya más de 5 años desde que el Presidente Felipe Calderón, valientemente decidió iniciar una guerra contra grupos del crimen organizado, una guerra necesaria por el clima de inseguridad del País y ante el incremento de crímenes contra la población civil. Así, la guerra iniciaría en Michoacán con la incursión de la Policía federal, el ejército y la marina, expandiéndose posteriormente a todo el territorio mexicano.

La mayoría de los mexicanos aplaudimos esta ofensiva, ya cansados de secuestros, cobros de piso, robos de autos y demás delitos que nos aquejaban. El objetivo primordial era acabar con los cabecillas de cada grupo delictivo, con esto pensábamos terminaría de una vez por todas nuestra zozobra.

De tal manera que fuimos conociendo nombres que anteriormente, en nuestra tranquilidad, no aparecían en nuestra mente, ahora sabemos que del Objetivo principal de 37 capos se llevan 22 capturados o abatidos, sin embargo la violencia se ha recrudecido y lejos de acabarse los secuestros y robos de autos, estos se han incrementado.

En nuestro país el crimen organizado ha encontrado a su principal aliado: la corrupción. Por años México a liderado la no honrosa lista de países que tienen mayor índice de este “fenómeno “social que desafortunadamente en nuestro país va en incremento.

Ahora bien, para que una guerra se pierda, deben existir en el otro bando dos ingredientes principales: armas y “soldados “. Inexplicablemente y pese a los reclamos del Presidente, nuestro vecino, no hace prácticamente nada por detener su flujo de armas hacia México, con más de 10 mil tiendas de armas a lo largo de sus fronteras con nuestro país, es entendible que de acuerdo a un estudio del Washington Post 62,800 de 80,000 armas decomisadas de 2006 a 2010 provengan de E.U., como también es entendible que la explicación de no hacer nada recaiga en un interés económico.

El otro ingrediente y el mas peligroso son los “soldados “, sin ánimos de acusar al actual Gobierno hay que aceptar que hemos fallado en dos elementos necesarios para alejar a nuestros ciudadanos del crimen: Educación y combatir la pobreza. Con un nivel educativo decadente, sin instalaciones adecuadas, ni maestros evaluados, nos hemos convertido en el último lugar de una lista de países de la OCDE, lugar 30 de 30 e incluso invirtiendo más presupuesto que la media de los países que integran dicha organización. Sin una buena educación es difícil tener las bases para el desarrollo y crecimiento de los ciudadanos.

Por otra parte tenemos un gran enemigo: la pobreza, hoy según la CONEVAL, somos 52 millones de pobres en México, el 46.2 % de la población carece de oportunidades para llevar el ingreso a su hogar y satisfacer las necesidades mínimas que toda familia tiene. La desigualdad gran aliado de la pobreza se ha incrementado exponencialmente, creando un clima social de frustración y resentimiento hacia las clases más altas y por ende hacia el Gobierno. Es aquí donde el crimen organizado encuentra una “veta “enorme de mexicanos que al no tener acceso a ingresos suficientes para subsistir han sido absorbidos por este enorme imperio de poder y dinero.

En alguna ocasión escuche al Presidente decir que había ciudadanos que se dejaban corromper para pertenecer a las filas del crimen organizado, pero hay algunos que no tienen otra opción, nuestro Gobierno y la sociedad misma hemos puesto contra la pared a muchos mexicanos, sin estar de acuerdo, es difícil reprocharle a un mexicano que no tiene para comer, no digamos para vestir o vivienda digna, que sea absorbido por un “fenómeno” que le brinda dinero para que sus familia no pase hambre, no pase frio, aun y cuando sabe que no durara mucho tiempo.

De ahí la explicación de por qué esta guerra no termino en un año como quizá pensamos la mayoría, de por qué van más de 50,000 muertos y parece que cada día hay más personas dedicándose a este “negocio “y pareciera que se reproducen como plaga. ¡No! la guerra no fallo, ni tampoco la estrategia, lo que no prevenimos la mayoría y sobre todo el Gobierno, es que alla afuera en las calles, donde se sobrevive cada día, donde hay carestía, hay un enemigo más poderoso que cualquier arma, un enemigo que llena de coraje contra su país a quienes lo padecen, un enemigo que crece cada día, un enemigo poderoso llamado Pobreza.

Este fue el enemigo que se nos escapo de las manos, el enemigo que no perdona.